Hace quince años el Pediatra Estivill
escribió un libro sobre el sueño infantil. Desde entonces ha ganado adeptos que
siguen y recomiendan sus técnicas, y al mismo tiempo opositores, que lo han
llamado desde “nazi”, “maltratador de niños” entre otros.
Lo cierto en estos años es que muchos
padres, ante la desesperación de la falta de sueño, han optado por utilizar sus
métodos. Básicamente, el mismo consiste en dejar llorar al bebé por lapsos de
tiempo que van en aumento, para que concilie por sí mismo el sueño. Él platea
la importancia de los hábitos, y de que el niño no se acostumbre a dormir con
un adulto. El método que ofrece no es un invento suyo, ya que en el año 1976 el
Dr. Spock escribió un libro con recomendaciones muy similares a las que realiza
el Dr. Estivill. Este tipo de técnicas se llaman “métodos de adiestramiento”, y
han sido estudiadas y cuestionadas por diversos profesionales. Lo complejo del
tema, es que los métodos de adiestramiento sí funcionan. Hay niños más dóciles
que otros, por lo que este método puede resultar más rápido o más lento de
acuerdo a la personalidad del bebé. Lo que se cuestiona no es su eficacia, sino
las consecuencias, a largo plazo, para el niño.
Según la Academia Americana de
Pediatría, los expertos en neurociencia desaconsejan completamente dejar llorar
solo a un bebé. El investigador Allan Schore, neuropsicólogo de la Universidad de Los Ángeles
en California (UCLA) se ha especializado en comprender cómo el apego y el
estrés afectan el desarrollo cerebral.
Actualmente plantea en sus investigaciones que el cuidado emocional que
recibimos en los dos primeros años de nuestra vida marcará el resto de la misma.
Schore explica por qué después de mucho llorar el bebé suele terminar
vomitando. Él hace referencia al “frenético
terror” que supone para un bebé llorar sin recibir consuelo, él
plantea los cambios bioquímicos que acontecen en el cerebro del bebé, y cómo la
huella de este estrés, si se va repitiendo, lo marcará de por vida. Pueden
encontrar sus libros y artículos en: www.allanschore.com
El Dr. Estivill no ha sido ajeno a
estos avances y recientemente ha hecho algunas declaraciones que han asombrado
tanto a la comunidad científica, como a todos los padres que aplicaron sus
métodos. En sus propias palabras dice: “Las
normas que explicábamos en 'Duermete niño' eran para los niños a partir de los
tres años que tenían el denominado 'insomnio infantil por hábitos incorrectos'.
Estas norma no pueden ser aplicadas en los niños más pequeños por esta
inmadurez de su reloj biológico.” (Diario El País -Español-, 27 de
Setiembre de 2012)
En Abril del presente año ha
publicado un nuevo libro llamado “A dormir”, que supone corregir lo planteado
en la primer publicación. Sin embargo sus tablas de medición, y las
expectativas de horas de sueño para los bebés, siguen siendo ampliamente
cuestionadas. Las investigaciones que menciona en sus libros son debatidas, ya
que carecen de rigor científico en la
forma en que son aplicadas.
La pregunta está en ¿qué pasa con
generaciones de niños a los que se les aplicó esté método antes de los 3 años?
Me pregunto si el Dr. Estivill se hará cargo de las huellas de estrés que
quedaron marcadas en los cerebros de estos niños. ¿Pagará las terapias o las
pastillas tranquilizantes?
En entrevistas recientes, él habla de
que no es un método lo que plantea, sino propuestas a ser reguladas por los
padres, éstas no deben ser seguidas a “raja tabla”. Esto se contradice
completamente con lo que escribe en su primer libro, en donde el método se
describe paso por paso.
Lo cierto es que, en nuestra
sociedad, tanto padres como madres tenemos largas jornadas de trabajo. Solo
madres privilegiadas tienen la oportunidad de estar en sus casas por varios
meses con su bebé, y así no sufrir de la falta de sueño por las noches, porque
duermen en el día. El resto de los mortales buscan dormir horas de corrido, y procuran
formas para poder conseguirlo. Es importante que los padres nos informemos, y
sepamos los pros y contras de las formas de criar que elegimos para nuestros
hijos. Debemos recordar que el sueño es un proceso evolutivo. Es decir que los
bebés no nacen durmiendo de la misma forma que lo hace un adulto. Si conocemos el
proceso del sueño, y lo acompañamos consecuentemente, ayudaremos al correcto
desarrollo del mismo y reduciremos las chances de que aparezcan dificultades en
el futuro.
En lo que refiere al sueño infantil,
me atrevo a recomendar el libro de Rosa Jové “Dormir sin lágrimas”, de la
editorial La Esfera de los Libros, año 2007. Allí plantea todas las teorías que
existen sobre el sueño infantil, las investigaciones que las sustentan, y
propuestas alternativas para acomodarnos al proceso de sueño de los bebés.
Claudia López
Licenciada en Psicología
Consultora Internacional de Lactancia
Materna (IBCLC)
Educadora de Parto Lamaze (LCCE)
www.nacemama.com
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