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sábado, 9 de enero de 2010

Las primeras horas del bebé



Hay pocas cosas tan emocionantes como escuchar por primera vez el llanto de nuestro bebé. Luego de 9 meses de espera, nos encontramos con este pequeño ser, que rara vez es igual al que nos imaginábamos. Comienza entonces un período de reconocimiento, una etapa de adaptación, en la cual, las primeras horas de vida son de gran importancia.

El bebé dentro del útero se encuentra en lo que se denomina “Estado de Nirvana”, este es un estado óptimo, en donde todas sus necesidades están satisfechas. No siente frío, ya que el líquido amniótico regula la temperatura. No siente hambre, a través del cordón umbilical recibe todos los nutrientes necesarios. La luz y los ruidos son filtrados, recibiendo estímulos moderados.
Generalmente, cerca de las 40 semanas, comienza el trabajo de parto. El bebé, ya próximo a nacer, siente las contracciones como un abrazo, un masaje firme que lo impulsa a pasar por el canal de parto. Este no es un trabajo menor, la naturaleza tiene sus métodos, y tras varios minutos, contracciones y pujos, el bebé nacerá.
El aire entra por sus pulmones y el bebé llora por primera vez. Es aquí donde comienza un mundo nuevo, sensaciones que nunca antes había sentido. Luces, voces, ruidos y también dolor. El personal de salud realizará ciertos procedimientos de rutina en el bebé, estos son necesarios para asegurar su salud y evitar futuras complicaciones.

Luego de esta larga travesía, el bebé es colocado en los brazos de su madre. Generalmente, al escuchar su voz, el bebé deja de llorar, mantiene sus ojos bien abiertos como intentando reconocerla. Si es colocado en su pecho, por sus propios medios intentará prenderse. Se denomina este primer período como “Estado de alerta tranquila”. El bebé observará todo a su alrededor, recibiendo los nuevos estímulos. Es un momento de reconocimiento, de encontrarse con la cara de aquella voz que él escuchaba desde la panza. Es curioso que, en este momento, su vista tiene un alcance de 20 a 30 cm, esta es la distancia del pecho al rostro de la madre.

Comenzando la lactancia.
Este período es ideal para que comience la lactancia materna. La euforia del nacimiento produce en la madre ciertas hormonas que favorecen la producción de leche. Asimismo, el contacto físico con el bebé (tocarlo, olerlo) ayudan y estimulan en el establecimiento de la lactancia.
Se recomienda que el bebé sea colocado en el pecho dentro de los primeros 30 minutos de vida, los que corresponden a este “Estado de alerta tranquila”.
Al inicio, la mamá producirá calostro, es una sustancia de color amarillento, un poco más densa que la leche que producirá en el futuro. Es una fuente importante de vitaminas e inmunidad. La mamá puede pensar que no está produciendo nada, ya que el calostro sale en poca cantidad. Si el bebé es colocado a pecho a demanda (cada vez que lo pida, o que la mamá sienta que ella necesita), nos aseguramos que obtendrá todos los nutrientes necesarios. De la misma manera, la estimulación de la succión del bebé favorece la “bajada de la leche”, que sucederá unas horas luego del parto.

Más allá de los beneficios sobre la lactancia, el contacto físico en las primeras horas de vida es fundamental, tanto para la madre como para el bebé. Si pensamos en los mamíferos, al momento de nacer, todos permanecen junto a su madre, es la única forma de sobrevivir. En la mayoría, buscan de inmediato el pecho, y se mantienen a su lado la mayor parte del tiempo. Sería interesante cuestionarnos porque nosotros, la raza humana, muchas veces intentamos alejar a los bebés, los dejamos en sus cunas o en la nursery. Como cualquier mamífero, el bebé se sentirá seguro si está cerca de su mamá. Forma parte de nuestro instinto de supervivencia. En nuestros antepasados primitivos, si el niño no estaba junto a su madre, corría peligro de ser devorado por depredadores. Actualmente, cuando un bebé nace, no sabe que se encuentra en la seguridad de un sanatorio, y que hay otros adultos que lo cuidan.
En respuesta a esta necesidad, surgieron en el ámbito hospitalario, maternidades que ofrecen internaciones conjunta, en donde el bebé permanece en la misma habitación que la mamá.
Algunos centros aún mantienen nurseries, en donde los bebés pasan la noche, pero esta medida debería utilizarse solo en casos de extrema necesidad.

Cuando el primer encuentro se retrasa
Si el nacimiento ocurre por cesárea, este primer contacto de la mamá con el bebé se verá retrasado. Aquí es importante el tipo de anestesia que fue necesario utilizar. Uno de los beneficios de la anestesia raquídea se encuentra en el tiempo de recuperación. Como la mamá no es dormida completamente, podrá estar más pronto en la habitación junto a su bebé. Y a pesar de que fue anestesiada para el dolor, sus sentidos no se encuentran mayormente afectados. La anestesia general tiene la contra de llevar mayor tiempo de recuperación, y algunas mamás manifiestan cierta dificultad en el comienzo de la lactancia.
Otro elemento de gran importancia, en caso de que la mamá y el bebé precisen estar separados, es la presencia de otros referentes afectivos significativos. Como la madre no podrá estar de inmediato con su bebé, en sus primeros minutos de vida será acompañado por otras personas. Escuchar voces conocidas y ser recibido con afecto, mitigará la falta de su mamá.

De todas formas, recordemos la plasticidad del cerebro humano, lo que le permite irse adaptando a las situaciones, construyendo nuevas conexiones neuronales. Esto nos indica que nada es determinante, y aunque las primeras horas del bebé son muy importantes, siempre existe la oportunidad de reparar. Aquella mamá que no haya podido estar de inmediato con su bebé, seguramente encuentre, de forma natural, la manera de vincularse positivamente con su bebé en el futuro, recuperando los momentos perdidos.

Comienza un nuevo vínculo
Desde que el bebé se encuentra en la panza de su madre, existe una relación entre ambos, un vínculo que se está construyendo, el cual se basa principalmente en la fantasía. Sin embargo, en el momento del nacimiento se hará tangible, es cuando nos encontramos “cara a cara” con el bebé real.
La forma en que sus padres y otras personas significativas (abuelos, tíos), se relacionen con el bebé, constituirá lo que se denomina apego. Es decir, el bebé aprenderá a vinculares de acuerdo a como se vinculen con él.
Las primeras horas de vida son muy importantes en la constitución del apego, indicarán cómo comienzan los primeros vínculos. Un bebé que es recibido con alegría, que es mimado, tocado, que se le habla y se da significado a sus necesidades, aprenderá a relacionarse de esta manera. Sin embrago, un bebé que no es atendido, que no es calmado ante el dolor, y que solo se le cubren las necesidades biológicas, desarrollará defensas emocionales, que en un futuro, puede constituir alguna dificultad en el establecimiento de vínculos.

En conclusión, el bebé pasa de estar cómodamente en la panza de su madre, a un mundo lleno de estímulos y sensaciones nuevas. Buscará instintivamente el olor y el calor del regazo de su mamá. Allí encontrará el alimento, y saciará sus necesidades emocionales de sentirse seguro y querido. El establecimiento de este primer vínculo, será modelo para las futuras relaciones. Mimar al bebé, tocarlo, hablarle, atenderlo cuando llora y calmarlo ante el dolor, son todos elementos fundamentales, que no cuestan nada, pero valen mucho.

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