Demos gracias a Dios que existen los abuelos. Cuidan a los nietos cuando los padres quieren salir y siempre dispuestos a cambiar un pañal!
Pero no es fácil convertirse en ABUELO. -O devenir abuelo- Vienen siendo padres hace muchos años, y eso es lo que saben hacer.
No hay que olvidar el salto generacional que se genera cuando nace un bebé. Convierte en padres a quienes antes eran hijos, y en abuelos a quienes antes eran padres.
Por esto, muchas veces, les resulta difícil aceptar su nuevo lugar y dar un paso al costado, para dejar que estos nuevos padres “tomen la posta”.
Es muy común ver esta dificultad en las “mamás de mamás”. Ver que su propia hija ahora es mamá remueve muchas vivencias internas, remueve su propia experiencia de madre.
Cuando las abuelas no se dan cuenta de sus limitaciones, pueden ocupar en parte el rol que le corresponde a la nueva mamá, y con el afán de ayudar y de cuidar, no permiten que sus hijas pasen a ser madres.
La realidad indica que mamá hay una sola, si la abuela está ocupando tareas que le corresponden a la mamá, entonces hay un claro indicio de una dificultad en el salto generacional. Es simple, la mamá es mamá, y la abuela es abuela. (Es simple decirlo, ¿no?)
¿Cómo evaluamos la situación?
Nos podemos hacer algunas preguntas: ¿quién está pendiente del bebé?, ¿quién sabe cuando le cambiaron el pañal?, ¿cuándo comió?, fundamental: ¿quién dice cuando el bebé tiene hambre?, ¿quién le da el significado al llanto del bebé? Esto forma parte de lo que llamamos la función materna, que es esperable sea hecha por la madre o padre.
Los abuelos ya pasaron por esto, ya tienen demasiadas noches sin dormir. Ahora es momento de dejar que sean los jóvenes quienes duerman poco, quienes cambien caca y estén pendientes del llanto. Para los abuelos llegó el momento de disfrutar.
Una pequeña anécdota personal.
Cuando mi beba tenía un mes nos fuimos de vacaciones con mis padres. Una noche, Lucía se despierta llorando (hoy sabemos que eran cólicos). Mis padres, que estaban en el cuarto contiguo, se despiertan alarmados por el ruido. Mi madre salta de la cama, viene a nuestro cuarto “qué pasó?”. Nosotros tratando de calmar a la beba y a mi madre. Finalmente la invitamos a que se retirara. A la mañana siguiente mi padre cuenta su versión de la noche: “Yo sentí que la beba lloraba, y Estela saltó de la cama, como loca. Yo me sonreí pensando ¡que bueno que soy abuelo!, si me necesitan me van a llamar”. Se dio media vuelta y volvió a dormir.
Pero no es fácil convertirse en ABUELO. -O devenir abuelo- Vienen siendo padres hace muchos años, y eso es lo que saben hacer.
No hay que olvidar el salto generacional que se genera cuando nace un bebé. Convierte en padres a quienes antes eran hijos, y en abuelos a quienes antes eran padres.
Por esto, muchas veces, les resulta difícil aceptar su nuevo lugar y dar un paso al costado, para dejar que estos nuevos padres “tomen la posta”.
Es muy común ver esta dificultad en las “mamás de mamás”. Ver que su propia hija ahora es mamá remueve muchas vivencias internas, remueve su propia experiencia de madre.
Cuando las abuelas no se dan cuenta de sus limitaciones, pueden ocupar en parte el rol que le corresponde a la nueva mamá, y con el afán de ayudar y de cuidar, no permiten que sus hijas pasen a ser madres.
La realidad indica que mamá hay una sola, si la abuela está ocupando tareas que le corresponden a la mamá, entonces hay un claro indicio de una dificultad en el salto generacional. Es simple, la mamá es mamá, y la abuela es abuela. (Es simple decirlo, ¿no?)
¿Cómo evaluamos la situación?
Nos podemos hacer algunas preguntas: ¿quién está pendiente del bebé?, ¿quién sabe cuando le cambiaron el pañal?, ¿cuándo comió?, fundamental: ¿quién dice cuando el bebé tiene hambre?, ¿quién le da el significado al llanto del bebé? Esto forma parte de lo que llamamos la función materna, que es esperable sea hecha por la madre o padre.
Los abuelos ya pasaron por esto, ya tienen demasiadas noches sin dormir. Ahora es momento de dejar que sean los jóvenes quienes duerman poco, quienes cambien caca y estén pendientes del llanto. Para los abuelos llegó el momento de disfrutar.
Una pequeña anécdota personal.
Cuando mi beba tenía un mes nos fuimos de vacaciones con mis padres. Una noche, Lucía se despierta llorando (hoy sabemos que eran cólicos). Mis padres, que estaban en el cuarto contiguo, se despiertan alarmados por el ruido. Mi madre salta de la cama, viene a nuestro cuarto “qué pasó?”. Nosotros tratando de calmar a la beba y a mi madre. Finalmente la invitamos a que se retirara. A la mañana siguiente mi padre cuenta su versión de la noche: “Yo sentí que la beba lloraba, y Estela saltó de la cama, como loca. Yo me sonreí pensando ¡que bueno que soy abuelo!, si me necesitan me van a llamar”. Se dio media vuelta y volvió a dormir.
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