Extraído de "Guix d'Infantil Núm. 36. Març - Abril 2007"
Acompañando a dormir.
"Carlos siempre es el último que se duerme, necesita tenerte presente cogiéndote de la mano, un dedo..., hasta que cae rendido de sueño. Yo, mientras tanto, aprovecho para para planificar todas aquellas tareas que me han quedado pendientes de resolver. A veces, me pone nerviosa que tarde tanto en dormirse y parece como si lo supiera y lo hiciera expresamente."
Acompañar es un bonito proceso que pide deseo y presencia. Podemos estar presente físicamente en un sitio sin deseo, pero entonces la otra persona no se siente acompañada. De la misma manera, podemos desear estar y que no sea posible (a causa de la distancia), con lo cual, tampoco uno se siente acompañado.
En una niño pequeño, el sentimiento de compañía no se diferencia mucho del de los adultos. Hay una manera de ser y de estar que implica comprensión, aceptación, y respeto hacia la otra persona.
Cuando uno se siente acompañado así, eso gusta y calma.
Bajo estas premisas, a veces nos encontramos con el "deber" de tener que dormir a un niño o más de uno. Si esto se percibe como una presión, podemos tener más dificultades en el momento de hacerlo, ya que la nena o el nene notará la falta de deseo. Es interesante saber con qué deseo me pongo ante la criatura, y si lo hago "para que se duerma", intención legítima que responde a mi intereses, o si "deseo acompañarlo para que duerma tranquilo" (dos finalidades totalmente diferentes).
Los niños perciben más lo que nosotros sentimos que lo que decimos, notan nuestra disponibilidad. Nuestra prisa les inquieta. A nivel preventivo, hay maneras de facilitar un sueño continuado y tranquilo. Lo más importante es que el niño se sienta acompañado.
Algunas pautas que pueden seguir las familias para fara favorecer un espacio compartido y agradable hasta que los niños se duerman, pueden ser...
Realizar todos los rituales que hagan falta para que el niño se acueste, y una vez esté en la cama, nos sentaremos o acostaremos a su lado. Le avisaremos que, para cualquier cosa que necesite durante la noche, nos puede llamar, será atendido.
Hace falta transmitirle seguridad. Le podemos explicar, durante un rato, algunas cosas que hayan pasado durante el día y hablaremos "bajito y cada vez más lentamente"... Cuando hayan pasado unos minutos, le diremos algo como:" Ahora a dormir...", le daremos un besito y alguna frase dulce. Intentaremos no hablarle más.
Observaremos al niño, y cuando nos parezca que está dormido, empezaremos a contar más o menos unos 15 minutos más que estaremos con él. Son 15 minutos que los dedicaremos a nosotros, a pensar en nuestras cosas, en silencio, quietos, porque puede ser que durante este tiempo el crío se despierte o se gire. Si abre los ojos medio dormido y te ve allí, podrá dormir toda la noche tranquilo, porque sabe que todavía estás.
Si sabemos de antemano que puede ser que tardemos media en dormir a un niño, ya no estaremos tan nerviosos como si pensamos que tardaremos 5 minutos en conseguirlo.
Si se explican cuentos antes de ir a dormir, es aconsejable que sea haciendo desaparecer el lobo o monstruos de alguna manera. Si no, "alomejor vendrá y me comerá..." (inquietud). Invito a recordar nuestra infancia. Casi todos tenemos algún recuerdo que nos da miedo. A los niños pequeños, les gusta escuchar que cuando éramos pequeños nosotros también teníamos miedo. Les tranquiliza darse cuenta que seguimos intactos. Es importante no dejarnos “ningún lobo desperdigado”
Si un niño llora cuando se tiene que ir a dormir, seguro que hay un motivo que lo provoca. Primero, hay que descartar causas físicas (dolor). Si lo que hay es malestar, que puede ser físico o emocional, se nota porque se manifiesta de manera diferente. El lloro o la negativa a dormirse son demandas de comunicación para manifestar que hay algo que no funciona, y nosotros tenemos la responsabilidad y actuaremos en consecuencia.
Los padres y madres tenemos muchas dudas sobre si los niños pequeños pueden dormir en nuestra cama o no. En principio, hay una tendencia a dejar a los niños demasiado solos (en honor a la autonomía, a lo mejor?). No es lo mismo ser autónomo que sentirse solo.
A veces, se les saca de la habitación cuando aún son demasiado pequeños, se buscan estrategias como dejar la luz encendida, o también hay quien dice que se les tiene que dejar llorar “para que aprendan”.
La historia habla como, en todas las generaciones, los niños pequeños han dormido en la misma habitación que sus padres por diversos motivos. ¿Hemos evolucionado?
Es un error dejarlos llorar desconsoladamente, porque al final, llegan las consecuencias.
Los niños pequeños padecen una “angustia de abondono”que queda muy interiorizada en ellos y que después se manifiesta con diversos problemas.
Se dice que dormir es desaparecer. No es casualidad que , durante la adolescencia, fase en la cual hay muchas dificultades para entender muchas cosas de la vida, se duerma mucho.
Los niños pequeños no tienen ninguna necesidad de desaparecer, duermen plácidamente cuando se sienten cuidados, pero no tienen las mismas referencias espaciotemporales que nosotros, por eso son más frágiles y necesitan compañía hasta que se va consolidando su mundo interno.
Acompañando a dormir.
"Carlos siempre es el último que se duerme, necesita tenerte presente cogiéndote de la mano, un dedo..., hasta que cae rendido de sueño. Yo, mientras tanto, aprovecho para para planificar todas aquellas tareas que me han quedado pendientes de resolver. A veces, me pone nerviosa que tarde tanto en dormirse y parece como si lo supiera y lo hiciera expresamente."
Acompañar es un bonito proceso que pide deseo y presencia. Podemos estar presente físicamente en un sitio sin deseo, pero entonces la otra persona no se siente acompañada. De la misma manera, podemos desear estar y que no sea posible (a causa de la distancia), con lo cual, tampoco uno se siente acompañado.
En una niño pequeño, el sentimiento de compañía no se diferencia mucho del de los adultos. Hay una manera de ser y de estar que implica comprensión, aceptación, y respeto hacia la otra persona.
Cuando uno se siente acompañado así, eso gusta y calma.
Bajo estas premisas, a veces nos encontramos con el "deber" de tener que dormir a un niño o más de uno. Si esto se percibe como una presión, podemos tener más dificultades en el momento de hacerlo, ya que la nena o el nene notará la falta de deseo. Es interesante saber con qué deseo me pongo ante la criatura, y si lo hago "para que se duerma", intención legítima que responde a mi intereses, o si "deseo acompañarlo para que duerma tranquilo" (dos finalidades totalmente diferentes).
Los niños perciben más lo que nosotros sentimos que lo que decimos, notan nuestra disponibilidad. Nuestra prisa les inquieta. A nivel preventivo, hay maneras de facilitar un sueño continuado y tranquilo. Lo más importante es que el niño se sienta acompañado.
Algunas pautas que pueden seguir las familias para fara favorecer un espacio compartido y agradable hasta que los niños se duerman, pueden ser...
Realizar todos los rituales que hagan falta para que el niño se acueste, y una vez esté en la cama, nos sentaremos o acostaremos a su lado. Le avisaremos que, para cualquier cosa que necesite durante la noche, nos puede llamar, será atendido.
Hace falta transmitirle seguridad. Le podemos explicar, durante un rato, algunas cosas que hayan pasado durante el día y hablaremos "bajito y cada vez más lentamente"... Cuando hayan pasado unos minutos, le diremos algo como:" Ahora a dormir...", le daremos un besito y alguna frase dulce. Intentaremos no hablarle más.
Observaremos al niño, y cuando nos parezca que está dormido, empezaremos a contar más o menos unos 15 minutos más que estaremos con él. Son 15 minutos que los dedicaremos a nosotros, a pensar en nuestras cosas, en silencio, quietos, porque puede ser que durante este tiempo el crío se despierte o se gire. Si abre los ojos medio dormido y te ve allí, podrá dormir toda la noche tranquilo, porque sabe que todavía estás.
Si sabemos de antemano que puede ser que tardemos media en dormir a un niño, ya no estaremos tan nerviosos como si pensamos que tardaremos 5 minutos en conseguirlo.
Si se explican cuentos antes de ir a dormir, es aconsejable que sea haciendo desaparecer el lobo o monstruos de alguna manera. Si no, "alomejor vendrá y me comerá..." (inquietud). Invito a recordar nuestra infancia. Casi todos tenemos algún recuerdo que nos da miedo. A los niños pequeños, les gusta escuchar que cuando éramos pequeños nosotros también teníamos miedo. Les tranquiliza darse cuenta que seguimos intactos. Es importante no dejarnos “ningún lobo desperdigado”
Si un niño llora cuando se tiene que ir a dormir, seguro que hay un motivo que lo provoca. Primero, hay que descartar causas físicas (dolor). Si lo que hay es malestar, que puede ser físico o emocional, se nota porque se manifiesta de manera diferente. El lloro o la negativa a dormirse son demandas de comunicación para manifestar que hay algo que no funciona, y nosotros tenemos la responsabilidad y actuaremos en consecuencia.
Los padres y madres tenemos muchas dudas sobre si los niños pequeños pueden dormir en nuestra cama o no. En principio, hay una tendencia a dejar a los niños demasiado solos (en honor a la autonomía, a lo mejor?). No es lo mismo ser autónomo que sentirse solo.
A veces, se les saca de la habitación cuando aún son demasiado pequeños, se buscan estrategias como dejar la luz encendida, o también hay quien dice que se les tiene que dejar llorar “para que aprendan”.
La historia habla como, en todas las generaciones, los niños pequeños han dormido en la misma habitación que sus padres por diversos motivos. ¿Hemos evolucionado?
Es un error dejarlos llorar desconsoladamente, porque al final, llegan las consecuencias.
Los niños pequeños padecen una “angustia de abondono”que queda muy interiorizada en ellos y que después se manifiesta con diversos problemas.
Se dice que dormir es desaparecer. No es casualidad que , durante la adolescencia, fase en la cual hay muchas dificultades para entender muchas cosas de la vida, se duerma mucho.
Los niños pequeños no tienen ninguna necesidad de desaparecer, duermen plácidamente cuando se sienten cuidados, pero no tienen las mismas referencias espaciotemporales que nosotros, por eso son más frágiles y necesitan compañía hasta que se va consolidando su mundo interno.
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