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sábado, 24 de octubre de 2009

Parir por cesárea: Repercusiones emocionales en la mamá.



A algunas mujeres se nos presentan dificultades en el momento del trabajo de parto, o antes de mismo, que obligan a los profesionales de la salud a decidir realizar una cesárea. Afortunadamente existe esta alternativa al parto vaginal. Dicha operación ha salvado vidas de mujeres y bebés durante años. Sin embargo, difícilmente se reconocen las repercusiones afectivas para la mamá.

Todas las mujeres somos distintas y vamos a vivir de diferente manera el nacimiento de cada hijo. Esto sucede con las cesáreas. Si bien, para algunas mujeres parece no tener ninguna consecuencia emocional, para otras puede ser una experiencia traumática; ello va a depender de distintos elementos. Desde el punto de vista obstétrico, es distinto si fue una cesárea de emergencia o si fue programada, donde la mamá tiene más tiempo para prepararse emocionalmente. Si fue de emergencia, dependerá de cómo se presenta la misma, de cómo fue el trabajo de parto, en qué momento se realiza la cesárea. A ello se le suman los elementos personales de la mamá; sus expectativas, sus anhelos, sus fantasías sobre el nacimiento de su bebé. Una mamá que se ha preparado durante el embarazo para un parto vaginal, y no concibe otra posibilidad, seguramente encuentre difícil asimilar la situación de una cesárea. El personal de salud y el tipo de atención que se reciba, sin duda influirán en la vivencia de la experiencia.

Hablamos de “herida emocional” como la marca afectiva resultante de la cesárea. Es un dolor muchas veces silenciado y que resulta difícil de “curar”. En ocasiones reaparece años después, cuando la mamá considera un nuevo embarazo; se encuentra entonces, con una sensación de malestar y no puede identificar su origen. Se produce un duelo que es necesario transitar y surgen diversas preguntas, “¿Por qué yo no pude parir?” “¿Tendré algo mal?” Se escuchan frases como: “Nunca voy a saber qué se siente parir”. Lo importante aquí es que la mamá sepa que es un proceso normal. A veces tenemos la sensación de que somos las únicas que nos pasan las cosas, pero la realidad es que hay muchas otras mamás viviendo lo mismo.

Las consecuencias emocionales dependerán de cómo vivió la mamá la cesárea. Para algunas mujeres puede ser una experiencia traumática que necesitan contar. Desde el punto de vista médico y social, se valora la salud física. Escuchamos frases como: “Lo importante es que tú y el bebé están bien”. Esto es correcto y no deja de ser muy primordial, pero anula los sentimientos negativos que se pueden generar. Las mamás que tienen sus hijos por cesárea pueden encontrar difícil expresar la experiencia. Por lo general el nacimiento es una celebración, la familia está presente, y todos están felices; por lo que no es fácil, en este ambiente, contar las emociones contradictorias. Es normal que estas aparezcan, y no tienen nada que ver con ser una “mala mamá” o con no querer a nuestro bebé. Es importante evitar silenciar estas expresiones, como también evitar minimizar lo sucedido. Algunas mujeres no tienen estas vivencias, pero otras sí y necesitan expresarlo. Para esto tiene que haber personas dispuestas a escucharla y comprenderla, sin fomentar sentimientos de culpabilidad. La familia y amigos pueden ayudar; hacerle saber que lo que le sucede es normal calma angustias. De todas formas, siempre hay que estar atentos ante señales que indiquen la necesidad de contactar a un profesional pertinente. También se puede acudir a grupos de apoyo, en donde la mamá puede compartir con pares situaciones similares y sentirse comprendida.

¿Qué se puede hacer para atenuar las consecuencias?
Podemos pensar en elementos que atenúan las consecuencias emocionales; uno de ellos es la necesidad de la mamá de estar acompañada durante la operación. Recordemos que existe la Ley 17.386 que ampara a la mujer y le permite tener una persona de su elección dentro del quirófano. Durante la intervención, la mamá está desnuda, generalmente con los brazos sujetados y tiene un campo que no le permite ver lo que sucede. Los médicos están uniformados y con tapa boca. Esta situación resulta muy extraña; un momento que debería de ser cálido y lleno de amor, en el quirófano se torna frío y distante. Por lo general los médicos no hablan, ya que están concentrados en la operación. Es natural que la mujer esté nerviosa y ansiosa por saber cómo está su bebé. Sin duda, en este contexto, es fundamental que haya alguien de su confianza, que le tome la mano y le vaya diciendo cómo está todo.
Asimismo, es importante que al nacer le muestren el bebé y lo acerquen a su mamá; de ser posible, que se libere uno de sus brazos para así acariciarlo. Son pequeños detalles que no obstaculizan el acto quirúrgico y marcan una gran diferencia emocional para la mamá.

Haya sido con anestesia general o raquídea, la mamá y el bebé van a estar alejados los primeros minutos de vida. Aquí el rol del acompañante es fundamental, puede seguir al bebé, sacarle fotos, y en algunos lugares hasta dejan vestirlo, etc. Desde el punto de vista psicológico, para el bebé es muy importante sentir la voz de alguien conocido, ya que no puede estar en brazos de su mamá. Y para ella, tener la seguridad que su bebé esta siendo acompañado, y que está bien, le quita angustia a la situación.
Luego, puede ser reconfortante para la mamá ver fotos, o escuchar relatos de cómo estaba su bebé y qué hacía mientras ella estaba en recuperación. Son esos pocos minutos que ella se “pierde”, pero que puede recuperar a través de los otros.

El apoyo familiar
Recordemos que una mamá, en los primeros días de nacido el bebé, tiene una sensibilidad extra. No sólo se ha convertido en mamá y tiene un pequeño a quien alimentar y contener, sino también, en caso de haber sido por cesárea, debe recuperarse física y emocionalmente de una operación importante. Es aquí donde el entorno familiar cumple un rol importante de sostén. Existen investigaciones que afirman que aumentan los porcentajes de depresión postparto cuando el nacimiento ocurre por cesárea. Para evitarla, es necesario que la mamá se cuide, y que sea cuidada por el entorno. El dolor post operatorio puede ser intenso, por lo que toda ayuda extra es bienvenida. Pero no solo colaboración con las tareas del hogar, también resulta fundamental el apoyo emocional. Saber que, por mínimo que sea, la mamá va a tener que transitar un duelo por el “parto vaginal que no fue”.

Finalmente, no olvidemos que la cesárea es un nacimiento; podemos pensar que es otra forma que la ciencia nos ha dado de parir. Es una celebración y un milagro de la vida. Pero sobre todas las cosas, es la muestra extrema de entrega y de amor; donde la mamá sacrifica su propio cuerpo por el bienestar de su bebé.

Para saber más:
www.ican-online.org





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